Panfletos

Ni fusiles ni mentiras



Desde que comenzó la invasión de Afganistán hace ya ocho años, el desarrollo de los acontecimientos ha terminado siendo otro ejemplo para demostrar que las operaciones militares son un medio más para el beneficio económico de las grandes potencias. La excusa de la búsqueda de Bin Laden por el 11-S no fue nada más que eso, una mera falacia para acallar la ética y moral de esta sociedad corrupta, decadente y conformista. Queremos recordar que terrorismo es cualquier acto violento que pretende intimidar a la población y dominarla mediante el miedo, para haceros hincapié en que no sólo las “bandas organizadas” son terroristas, el propio Estado lo es. Aplicar el castigo “ejemplar” de las cárceles, las detenciones, las multas, las deudas bancarias y otras muchas “sanciones”, junto a las distintas alarmas sociales (como la famosa gripe A); provocan ese mismo miedo, no a la muerte física como “las bombas o los aviones asesinos”, pero sí a la muerte en vida de nuestro día a día controlado por ellxs. En conclusión: el Estado utiliza la misma técnica para que el pueblo crea que necesita sus “rápidas y eficaces” soluciones. “Nos quieren hacer creer que hay algo que agradecer”.

Tras destapar la “figura camuflada” del Estado terrorista, queremos que quede claro que las redes engañosas llegan también fuera de las fronteras. Afganistán es sólo otra víctima de la codicia. El cuento de la guerra contra el terrorismo sólo es el disfraz que cubre la realidad de la invasión con fines económicos y de poder. El hecho de que Afganistán sea el mayor productor mundial de opio (aumentando esta producción tras la invasión) y que el régimen Talibán se negase a permitir la construcción de un oleoducto importante para EEUU, fueron los motivos reales de la invasión.

Tu pasividad y tu voto te hacen cómplice, no sólo la presencia de tropas en ese país, españolas o no. La confianza que muchos depositaron en los políticos (sean del partido que sean) ha terminado traicionándoles, como era de esperar, por ejemplo; aquellos que estando en la oposición lucían eslóganes de “No a la guerra”, parecen haberlos transformado en “no a según qué guerra” tras su paso por el gobierno.

Poner fin a la ocupación de Afganistán es otra meta más, otra lucha del día a día, otra solución que buscar a un nuevo problema engendrado por el mismo Estado en el que muchos confían. No queremos más reformas, queremos erradicar estos problemas de raíz.

AMAMOS LA LUCHA AÚN ODIANDO LA GUERRA Y NO QUEREMOS LA PAZ SINO LA LIBERTAD
CONTRA TODA AUTORIDAD